«Muchos consumidores dan por acabado un dispositivo cuando todavía tiene 2 o 3 años de vida, ignorando que con una reparación sencilla o una actualización de software podrían alargar la vida del dispositivo, reducir el impacto ambiental y, además, obtener un beneficio económico», recuerdan desde la operadora de telecomunicaciones éticas Somos Conexión
En esta época del año, cuando muchas grandes empresas tecnológicas lanzan nuevos móviles y dispositivos, se hace especialmente evidente la necesidad de replantearse la relación con la tecnología. La basura electrónica se ha convertido en un peligro para el medio ambiente y tiene consecuencias especialmente graves en el Sur Global. Según el Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas, cada año se generan cerca de 50 millones de toneladas de residuos electrónicos en todo el mundo. Mercè Botella, socia fundadora de Somos Conexión cooperativa de telecomunicaciones sin ánimo de lucro, afirma que «nos enfrentamos a un problema que, además de tener un impacto devastador para el medio ambiente, evidencia la necesidad de cambiar nuestra relación con los dispositivos electrónicos».
En Europa, la UE ha impuesto desde finales de 2024 a los fabricantes de móviles y dispositivos electrónicos el uso de un mismo conector de carga y comunicación estándar, el USB-C. Según la Comisión Europea, esta medida podría reducir hasta 11.000 toneladas de residuos electrónicos al año y ahorrar hasta 250 millones de euros anuales a los consumidores en cargadores y cables.
Aun así, para Botella, estas iniciativas no son suficientes por sí solas para hacer frente a la magnitud del problema. «La clave es alargar la vida útil de los dispositivos electrónicos y promover modelos más sostenibles, como el reacondicionamiento y la reparación», sostiene la experta.
Reacondicionamiento y reparación, alternativas sostenibles
El reacondicionamiento consiste en recuperar dispositivos usados, someterlos a controles rigurosos y, si es necesario, reemplazar piezas con componentes originales. «Recuperar y reutilizar productos en buen estado es una opción más sostenible que fabricar nuevos y que los antiguos acaben en un vertedero. Además, es más económico», comenta Botella.
La reparación y actualización de dispositivos también son herramientas esenciales para combatir la obsolescencia programada. «Muchos consumidores dan por acabado un dispositivo cuando todavía tiene 2 o 3 años de vida, ignorando que con una reparación sencilla o una actualización de software podrían alargar la vida del dispositivo, reducir el impacto ambiental y, además, obtener un beneficio económico», recuerdan desde la operadora de telecomunicaciones éticas.
Impacto en el Sur Global
El problema de los residuos electrónicos no se limita a Europa: muchos dispositivos desechados terminan exportados a países del Sur Global, donde se manejan en condiciones que ponen en riesgo la salud de las personas y del medio ambiente. Trabajadores, incluidos niños, manipulan los residuos sin protección adecuada, liberando sustancias tóxicas como plomo, mercurio y cadmio, lo que genera contaminación de suelos, aguas y aire, afectando ecosistemas y comunidades locales.
Además, gran parte de los residuos se procesa de manera informal, con técnicas rudimentarias como la quema de cables para recuperar cobre o la ruptura de componentes electrónicos sin medidas de seguridad. Estas prácticas provocan enfermedades respiratorias, intoxicaciones y daños a largo plazo en la salud de las personas que trabajan en estos vertederos, así como en las comunidades cercanas.
El impacto ambiental empieza mucho antes de que el dispositivo llegue a las manos. La extracción de coltán y tierras raras consume enormes cantidades de agua, genera residuos peligrosos (ácidos y elementos radiactivos) y requiere hasta un 80 % de energía en su producción. El transporte de minerales y aparatos añade otro 17 % al consumo energético total, tal y como afirma el estudio ‘Impacto social de un teléfono móvil a lo largo del ciclo de vida‘ de la Universidad de Valladolid. Así, incluso los dispositivos etiquetados como «verdes» tienen una huella ambiental muy grande.
«Muchos dispositivos que aquí consideramos desechables tienen un coste social y ambiental enorme en otros países», señala Mercè Botella, socia fundadora de Somos Conexión. «No solo hablamos de contaminación, sino también de personas, familias y niños expuestos a riesgos que podrían evitarse con un consumo más responsable y modelos de reacondicionamiento».
Los impactos sociales también son significativos: muchas familias dependen económicamente de esta actividad informal, lo que crea un círculo de dependencia de prácticas peligrosas para sobrevivir. Promover la conciencia sobre el impacto ambiental y social de los residuos electrónicos, así como fomentar la reparación y el reacondicionamiento, son pasos fundamentales para reducir la carga que los dispositivos ejercen sobre el planeta y, especialmente, sobre las comunidades más vulnerables del Sur Global. Estas acciones permiten proteger la salud, preservar ecosistemas y generar modelos de economía más sostenibles y justos.